En medio del ajetreo cotidiano del Super Selectos Los Leones, en Sonsonate, ocurrió un gesto silencioso que tocó el corazón de quienes lo presenciaron. Un ancianito, visiblemente afectado por un problema de salud, llegó al lugar con una receta médica en mano y una mirada llena de preocupación. Sabía lo que necesitaba para aliviar su malestar: una inyección. Lo que no tenía era el dinero para costearla.
Afortunadamente, su historia no pasó desapercibida. Varias personas, movidas por la empatía, unieron esfuerzos para conseguirle el medicamento. Sin buscar reconocimiento, se convirtieron en héroes anónimos, demostrando que aún existen corazones generosos dispuestos a ayudar sin esperar nada a cambio. Pero la historia no terminó ahí.
Uno de los vigilantes del supermercado, cuya identidad sigue siendo desconocida, notó la situación y dio un paso más allá del deber. Al enterarse de que el anciano ya tenía el medicamento pero no quien se lo aplicara, el vigilante compartió que tenía experiencia colocando inyecciones y se ofreció a ayudarlo. Con delicadeza, y en medio del parqueo del supermercado, improvisó una camilla para atenderlo con el cuidado y respeto que merecía.
Este humilde gesto, que para muchos podría parecer pequeño, fue una muestra de humanidad inmensa. En un mundo que muchas veces parece indiferente, un vigilante con alma de ángel recordó a todos que la bondad puede encontrarse en los lugares más cotidianos, y que no se necesita fama ni fortuna para ganarse el cielo.
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