Productor en el exilio quiere a exreclusos venezolanos en documental por su actuación dramática.

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Un productor venezolano radicado en el exilio ha manifestado su interés en contratar a varios de los exreclusos que recientemente salieron del CECOT (Centro de Confinamiento del Terrorismo) en El Salvador, para participar en un documental que, según se rumorea, podría llegar a plataformas como Netflix. La razón detrás de esta inusual oferta no es otra que la sorprendente “actuación” que protagonizaron al llegar a su país de origen: una mezcla de dramatismo, exageración y victimismo que llamó la atención no solo de medios, sino también del mundo del entretenimiento.

La historia comenzó cuando estas personas, luego de cumplir su condena en el sistema penitenciario salvadoreño, fueron deportadas a Venezuela. En el aeropuerto salvadoreño, se les vio caminando con normalidad, algunos incluso levantando los brazos, gritándole a las autoridades e incluso riéndose, demostrando una actitud desafiante. Pero apenas pisaron suelo venezolano, el panorama cambió radicalmente: llegaron en sillas de ruedas, acompañados por personas que los cargaban en brazos, con mascarillas de oxígeno e incluso gestos de aparente debilidad extrema.

Estas imágenes generaron revuelo en redes sociales, donde miles de usuarios notaron la incongruencia entre el estado en que salieron de El Salvador y la supuesta condición crítica en la que arribaron a Venezuela. El contraste fue tan evidente que algunos comenzaron a bromear con que merecían un premio de actuación o una nominación al Óscar por su interpretación dramática. El asunto, que parecía solo una burla en redes, ahora ha despertado interés real en el mundo audiovisual.

El productor venezolano, cuyo nombre aún no ha sido revelado, estaría considerando incluirlos en un proyecto documental con tintes satíricos o críticos, que abordaría temas de manipulación mediática, percepción pública y narrativas de victimismo. Al parecer, ve en este grupo un ejemplo perfecto de cómo la imagen pública puede construirse o distorsionarse según el contexto político o ideológico. El proyecto, de concretarse, no solo llevaría sus “actuaciones” a la pantalla internacional, sino que también abriría un debate sobre las verdades y ficciones que se construyen en el ámbito político.

Irónicamente, lo que comenzó como una estrategia para generar compasión o victimización podría convertirse ahora en una oportunidad profesional. La buena “actuación” que hicieron al llegar a Venezuela no solo les generó atención mediática, sino que podría abrirles las puertas del entretenimiento. Una muestra más de cómo, en el mundo actual, la frontera entre realidad y espectáculo es cada vez más delgada.


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