Hace unos días se conoció la historia de una niña que fue dejada en el parqueo de una Despensa Familiar, porque no logró vender todos los productos que le habían encomendado. Su situación conmovió a muchas personas, y una de ellas, una mujer que prefirió mantener el anonimato, decidió tenderle la mano.
Esta señora envió una donación con la condición de que no se le entregara dinero en efectivo, sino alimentos. Gracias a la gestión de una página solidaria, la ayuda se transformó en víveres equivalentes a 250 quetzales, los cuales fueron llevados directamente hasta la pequeña.
Para dar transparencia, incluso se mostró la factura de compra, como prueba de que el aporte fue usado tal como lo pidió la donante. No fue una gran suma, pero sí un gesto cargado de amor, y eso fue suficiente para llenar de alegría el corazón de la niña.
Cuando recibió la bolsa, con una gran sonrisa exclamó: “¡Jue mucho pesa!”, entre risas y esfuerzo por cargarla.
Quienes deseen seguir apoyándola pueden comunicarse con Fernando Marroquín, en El Estor, Izabal, Guatemala.
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