Cuando pensaste que lo habías visto todo, aparece la vendedora de Prestobarbas y sorprende al mundo casándose con su novio de 21 años. Contra todo pronóstico, y desafiando las habladurías, ella decidió sellar su historia de amor con una boda que no dejó a nadie indiferente. Muchos no daban ni un peso por esa relación, pero ella, firme y decidida, demostró que el amor no entiende de edades… ni de etiquetas.
Mientras tanto, Will Salgado sigue en su eterna búsqueda, tratando de encontrar una nueva joven perdón, novia que lo acompañe en sus aventuras. Parece que su radar sentimental nunca descansa, y aunque ha tenido más idas y venidas que una novela, aún no encuentra a la elegida que lo haga sentar cabeza. Las comparaciones son inevitables, pero cada quien elige su camino.
Y por si fuera poco, hay que recordar que la ahora señora de Prestobarbas no solo tiene amor, sino también casa propia, y no cualquier casita… una bastante grande, por cierto. Quizá por eso fue tan fácil amarrar al galán. Algunos dirán que el amor es ciego, pero otros saben que una hipoteca pagada también ayuda a abrir los ojos del corazón.
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