El repartidor y su pequeño Chalán, una historia que merece ser compartida.

por

en

Su nombre es Luis Arturo Ruiz Mendoza, un joven repartidor que ha tocado el corazón de muchos con una escena cotidiana: un niño pequeño que siempre corre a ayudarle en su ruta. Antes de emitir juicios o críticas, vale la pena conocer su historia completa.

En redes sociales han circulado comentarios negativos, cuestionando cómo es posible que un niño colabore con él en su trabajo. Pero quienes conocen a Luis saben que jamás hubo una mala intención. Solo deseaba compartir un poco de alegría, sin imaginar que este vínculo espontáneo se volvería viral.

Luis relata que no conoce el nombre del menor, solo lo llama con cariño “Chalán”. Cree que el niño tiene entre cinco y seis años, y vive junto a la tienda “La Bendición”, donde él suele hacer entregas. Sabe que tiene dos hermanos, que su padre es pescador y que no conoce a su madre. Desde hace cinco meses trabaja como repartidor en la empresa BIMBO, y en los últimos tres, su ruta lo ha llevado a Villa Allende, una comunidad de Coatzacoalcos, donde cada sábado lo espera su pequeño ayudante.

El vínculo entre ambos surgió de forma natural. A las 10:00 de la mañana, cuando Luis llega a la tienda, el niño corre a su encuentro con una alegría contagiosa. Abre la puerta del camión, lo ayuda a organizar los productos y pasa pieza por pieza para llenar los estantes. Cuando todo está listo, Luis le dice con una sonrisa: “¡Esos panes ya son tuyos!”, y los ojos del niño se iluminan.

Es un niño reservado, casi no habla, pero su dedicación es evidente. El sábado pasado llegó un poco tarde y Luis bromeó: “¿Qué pasó, Chalán?, ¿te dormiste?” A lo que el niño respondió con timidez: “Sí, me dormí.” Cada sábado se gana su pan con humildad y alegría, y se lo lleva a casa para compartirlo. Lo más tierno es verlo imitar la forma en que Luis carga la charola, como si se preparara para ser grande.

Luis ha sentido un profundo cariño por este pequeño. Él no pide nada, simplemente ayuda y se alegra con lo poco que recibe. Conmovido, ha hablado con su gerente para buscar una forma de ayudarlo. Sueña con darle una Navidad diferente, con mostrarle que hay personas dispuestas a tenderle la mano. “Mi corazón ya le pertenece”, confiesa con sinceridad.

En una empresa tan grande como BIMBO, donde muchos empleados pasan desapercibidos o no siempre muestran su mejor cara, historias como la de Luis Arturo Ruiz Mendoza brillan con fuerza. Son recordatorios de que aún existen personas que, desde la sencillez de su trabajo, siembran humanidad. Y si conoces más historias como esta, vale la pena compartirlas. Nosotros, con gusto, las contaremos.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *