Una trágica escena conmocionó a los habitantes de Escuintla, Guatemala, cuando una enorme roca se desprendió de una ladera y cayó directamente sobre un vehículo en movimiento. El hecho ocurrió en el kilómetro 47 de la ruta que conecta Palín con Santa María de Jesús, una carretera transitada por comerciantes y familias que cruzan entre ambas localidades. La roca, de gran tamaño, cayó sin previo aviso, aplastando por completo el automóvil.
En el interior del vehículo viajaban Teodoro Chil, de 53 años, y su hijo Federich Chil, de apenas 20. Ambos se ganaban la vida vendiendo muebles, y ese día se dirigían a realizar una entrega más en su jornada laboral. Ninguno de los dos logró sobrevivir al impacto. La tragedia no solo arrebató dos vidas, sino también los sueños y la dedicación de una familia trabajadora.
Los equipos de rescate y primeros auxilios llegaron rápidamente al lugar del siniestro, pero nada pudieron hacer por los ocupantes del vehículo. Las labores se centraron en recuperar los cuerpos atrapados entre los hierros retorcidos, mientras la comunidad observaba en silencio, consternada por la fatalidad del accidente.
Según las autoridades locales, el desprendimiento de la roca habría sido provocado por recientes movimientos sísmicos que han sacudido varias zonas del país. Estos temblores han incrementado el riesgo de deslizamientos y caídas de material rocoso, especialmente en rutas cercanas a montañas o barrancos.
Este lamentable incidente pone en evidencia los peligros latentes en las carreteras guatemaltecas, particularmente en aquellas zonas vulnerables a la actividad sísmica. Mientras las autoridades evalúan nuevas medidas de prevención, las familias de Teodoro y Federich lloran la pérdida de dos seres queridos que salieron a trabajar y no pudieron regresar a casa.
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