Él es Álvaro Orantes, un joven de apenas 14 años que demuestra una admirable determinación. A su corta edad, combina sus estudios con el trabajo de vender tamalitos, actividad que realiza antes y después de ir a clases. Gracias a este esfuerzo, Álvaro logra costear sus propios estudios y, además, colaborar económicamente con su madre. Su historia es un ejemplo de responsabilidad y madurez poco común en alguien tan joven.
Álvaro asegura que le gusta tanto estudiar como trabajar. Ha comprendido desde temprano que el sacrificio y la disciplina son herramientas poderosas para construir un futuro mejor. También ha desarrollado un hábito poco habitual entre los adolescentes: el de ahorrar. Afirma que le han enseñado que el ahorro, junto con una buena capacidad para invertir, es la única forma de salir de la pobreza. Y él lo cree firmemente.
Lo que distingue a Álvaro no es solo su esfuerzo, sino la claridad con la que visualiza su futuro. No sueña simplemente con tener un trabajo, sino con ser su propio jefe. Tiene en mente convertirse en un emprendedor, en un empresario con un negocio propio y bien establecido. Es un joven que no se deja vencer por las circunstancias y que, a pesar de las dificultades, sigue adelante con una visión firme.
Con la ayuda de Dios, y con la misma constancia que ha demostrado hasta ahora, no hay duda de que lo veremos crecer en todos los ámbitos. Álvaro está sembrando desde ya las semillas del éxito con su trabajo, su educación y su deseo de superarse. Él lo tiene claro: estudiar y emprender es el camino. Y con esa mentalidad, el futuro le pertenece.
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