En un mundo donde las noticias suelen destacar lo negativo, pequeños actos de honestidad como este nos recuerdan que aún hay esperanza en la humanidad. En una agencia del Banco Cuscatlán, un hombre vestido con una camisa azul se convirtió en un ejemplo de integridad. Durante la mañana realizó un retiro de efectivo, y fue hasta más tarde, al contar con calma su dinero, que notó que le habían entregado veinte dólares de más.
Lejos de ignorar el error o quedarse con el dinero, este señor decidió regresar al banco al mediodía para devolver lo que no le pertenecía. Entró tranquilo, se acercó al cajero y le explicó lo sucedido. No buscaba reconocimiento, ni recompensa, solo quería hacer lo correcto. Su acción, tan sencilla como poderosa, habla de valores que no deberían perderse: la honestidad, la empatía y el respeto por los demás.
Historias como esta deberían multiplicarse. Porque todos, en algún momento, podríamos estar en el lugar del cajero o del cliente, y quisiéramos que alguien actuara con el mismo nivel de conciencia. Por más personas así en el mundo, que nos inspiran a no hacer lo correcto solo cuando nos miran, sino porque sabemos que es lo justo.
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